Viajes aventura



Safaris

Una nueva entrada y una nueva oportunidad de ahondar en un viaje mítico, soñar es gratis y no tiene porque ser peligroso, y menos miedo a soñar tendréis al saber como se puede llegar a parajes alejados de las manos de dios, inhóspitos, sumamente intactos, donde inmortalizar y retratar con pluma o sin ella,  naturaleza virgen y animales que pueden desarrollar su naturaleza salvaje en su propio entorno. Nada de zoo, nada de naturaleza contenida bajo candado, nada de bestialidad enjaulada. ¿Sabéis de qué hablo?. Se trata de los Safaris. Analizaremos safaris por Kenia, Australia, Madagascar y la Selva Amazónica



Safari es una palabra kiswahili que significa viaje caminando. Un safari fotográfico es una interesante forma de explorar las más importantes Reservas y Parques Naturales de África. El objetivo primordial en un safari es observar y disfrutar la Naturaleza, muy por encima de hacer fotos. Los safaris consisten, principalmente, en recorrer las Reservas y Parques, en vehículos especialmente acondicionados con una abertura en el techo, desde los cuales uno puede acercarse mucho a los animales. A estos paseos motorizados se les denomina “game drives”.

En muchos destinos de safaris los animales no conocen la sabana sin coches alrededor. Los animales no ven a los visitantes ni como una suculenta presa ni como una amenaza para su supervivencia, lo que no impide que sean completamente salvajes y sigan sus ciclos naturales sin que se vean entorpecidos por la presencia humana. Durante uno de nuestros safaris, podremos contemplar espectaculares escenas propias de los mejores documentales como observar leones, leopardos o guepardos cazando, las impresionantes manadas de la gran migración de ñúes y cebras, los cruces de las mismas por ríos repletos de cocodrilos, entre otras muchas.


¿Qué se hace en un Safari Fotográfico?

El día a día en un safari se suele y debe planificar la tarde anterior con el guía o el manager del campamento. Durante vuestra estancia en el safari el será vuestro consejero y os recomendará la mejor alternativa para el día siguiente y la hora de salida. La actividad principal durante un safari son los llamados game drives por la Reserva para avistar especies animales.

El aventurero se enfrentará al dilema de decidir si volver a comer o no al campamento o lodge. Para eso dependerá mucho la localización del mismo. La opción mas recomendable y atractiva, según Mythical Journeys, es salir muy temprano, antes del amanecer, que son horas en las que la fauna esta muy activa y hay posibilidades de presenciar una escena de caza en directo. Es una buena opción llevar un pack de desayuno o picnic lunch; los cuales no son nada del otro mundo pero sirven para tomar un bocado, son básicamente una caja de cartón que incluye algún sandwich, un trozo de pollo, algo de fruta, un zumo y algo dulce; para después almorzar en plena sabana y tras hacer otro game drive, ir a comer al hotel.

En estos países el horario es muy similar al Británico ya que las comidas principales del día son el desayuno y la cena. Los visitantes muy comilones no debéis preocuparos porque los desayunos y las cenas serán calientes y muy abundantes.



En algunas Reservas Naturales, como las del Norte de Kenia o en Namibia, los lodges y los hoteles cuentan con piscina así que podréis daros un baño a la hora que queráis pero es preferible al medio día ya que los animales suelen estar mas inactivos por el calor y no es bueno interrumpir su descanso, también podréis descansar un poco, echaros una pequeña siesta y volver a salir por la tarde. El medio día también es el mejor momento para planificar alguna excursión alternativa, como visitar un poblado, hacer compras o pasear con masais.



Tras la comida, se suele hacer otro game drive. Al atardecer el cielo nos regala el mejor momento y la mejor luz para hacer fotos a los espectaculares paisajes con el ocaso. Y normalmente al final de la jornada, la foto tan clásica del Sol rojo justo antes de ponerse. A continuación todos los guías correrán para llegar a tiempo a los campamentos, ya que existen unas reglas y si se llegan tarde pueden ser penalizados e incluso perder la licencia. Se penaliza por motivos de seguridad y de responsabilidad con los visitantes ya que todo el mundo ha de regresar al hotel antes de las 6 o 6:30 de la tarde.

Tras el safari, baño en la piscina, masaje, café o té y a ducharse. La cena se sirve desde las 7 hasta las 10.


Tras la cena, podréis volver a planificar el día siguiente con nuestro guía, y por lo general tras una copa temprana, como muy tarde a las 11 todo el mundo suele estar ya descansando.








Entrada realizada por José Ángel Esquinas








PRESENTA

Safaris Mythical Journeys. Próximo destino: Madagascar



Madagascar no se parece a nada en este mundo. Se trata de un arca de Noé a la deriva en el océano Índico y muy cerca de África, una isla habitada por descendientes de  navegantes indo-malayos que hace dos mil años surcaban las aguas del Índico siguiendo sus preciadas rutas comerciales, y colonizada por franceses. “Única” es una palabra que se queda corta e incluso demasiado simple para definir sus criaturas, cultura y paisajes.

Si hablamos de animales, sus especies animales y vegetales han estado evolucionando de forma aislada desde hace 165 millones de años. Aquí se pueden encontrar sorprendentes animales como los acrobáticos lémures, que son las criaturas más famosas de la isla, extraños camaleones, y extraordinarias plantas como bosques de árboles espinosos en forma de pulpo y baobabs gigantescos que parecen botellas de enorme proporción.
Su biodiversidad animal y vegetal, estoy seguro, debe haber tenido mezclas y afinidades con África, pero sus habitantes, todo hace indicar que no: como anteriormente cité sus gentes descienden de marineros indomalayos. Otros marineros extranjeros como navegantes árabes, los portugueses, los británicos y, finalmente, los franceses, que colonizaron la isla, implantaron su cultura, establecieron su lengua e introdujeron esclavos negros procedentes de las cercanas costas de África. En las zonas costeras hay etnias indo-malayo-africanas.

Su compatibilidad y parentesco con el sudeste asiático se  refleja, también, en sus terrazas cultivadas de arroz sobre las laderas de las montañas, paisaje que sería idéntico al de Indonesia si no fuese por los pueblos de casas de ladrillo de varias plantas al estilo europeo con balcones cincelados. Su idioma, el malgache, también tiene afinidades con los del sudeste asiático aunque comparte oficialidad con el francés. El malgache es la lengua de uso diario, mientras que el francés se reserva para la literatura, el comercio, la administración y el turismo. La sociedad y la cultura malgache es moderna, en algunos aspectos, y, en otros casos, anclada en sus tabúes y su magia: todavía es posible ver bailar a familias con sus antepasados muertos en la ceremonia de la “exhumación de los huesos”. En las ciudades, las mujeres y, en general, las parejas son bastante liberadas sexualmente. Hay un gran respeto por la mujer a la que se considera la fuerza más dinámica de la sociedad.

Las experiencias de los viajeros

Al enumerar sus inolvidables experiencias en Madagascar, los viajeros cuentan que han nadado y navegado por las aguas turquesas del norte donde puedes desconectar en la maravillosa Playa de Andilana, una pequeña bahía de aguas cristalinas con forma de medialuna perfecta, han pasado semanas de viaje saltando de bache en bache por las rojas carreteras del sur. El sur es el Madagascar del Discovery Channel, es el sueño de cualquier cineasta por sus plantas exóticas y sus paisajes surrealistas lo que la convierte, sin duda, en la zona más visitada del país.

Playa de Andilana


Otros cuentan que han disfrutado de la cocina francesa y subido montañas en busca de lémures de cola anillada y otros como la viajera Sylvia Mercer nos cuentan su inolvidable experiencia descendiendo el rio Tsiribihina, esta entrañable aventura avistando paisajes, especies vegetales y animales navegando a lo largo y ancho de un río será el contenido de nuestra próxima entrada. Estar atentos a las novedades en esta sección, así como a todas las novedades en el blog. Muchas gracias! Y a viajar!!!


Entrada realizada por José Ángel Esquinas




Descenso por el Río Tsiribihina

“Divisamos aves en las riberas, un cocodrilo que dormía junto a su cría, campesinos en los arrozales, pescadores vadeando en zonas de aguas poco profundas y unos sifakas de verreaux adultos con sus crías ante enormes higueras estriadas” En este viaje de 3 días y dos noches en canoa recorriendo 150 kilómetros de rio, esta experimentada viajera tuvo la oportunidad de contemplar escenas pintorescas de la vida cotidiana de los sakalava, etnia de origen africano, hoy en día, muy poco homogénea que mantienen grandes rebaños de cebúes, divisar una gran variedad de aves, disfrutar de las excéntricas e inusualmente bellas especies vegetales del país y ver a la fauna más característica de la isla. Sin olvidarnos de presenciar una gran variedad de paisajes del Salvaje Oeste Malgache, una de las zonas más vírgenes del planeta, entre los que destacan los farallones, esas rocas que parecen brotar del agua pero que son trozos de acantilado aislados por la erosión. Allí viven colonias de murciélagos que crean revoleras espectaculares.

Mapa del cauce del río Tsiribihina


La aventura comienza en Miandrivazo, una pequeña ciudad que ostenta el dudoso título de ciudad más calurosa del país y situada a 235 kilómetros de la capital, Antananarivo, en la ciudad hay muchos piragüeros a los que podrás contratar sus servicios para que te acompañen en esta bonita aventura. Esta localidad posee un gran mercado donde podréis comprar un elegante sombrero de rafia fabricado con hojas de arroz, el cual es un atuendo tradicional.


Piragüeros a las orillas del río Tsiribihina




En la piragua caben hasta 4 viajeros y el guía,  la cual permite descender sin prisas por las tranquilas aguas del río Tsiribihina y respirar el genuino espíritu salvaje de la isla. Mirando atentamente a las orillas del río es fácil que podáis ver pequeños lémures, los monos endémicos más populares de Madagascar, y pájaros de todas las especies y  colores, como martas pescadoras, garzas, y patos jorobados, entre otros muchos.
Cuando llega la noche, si vais en piragua, en una orilla estable y espaciosa montaréis las tiendas de campaña. Hay barcos muy bien equipados que realizan cruceros hasta Belo-sur-Tsiribihina, la ciudad donde el rio homónimo desemboca, pero pierde, en cierto modo, el misticismo y el carácter salvaje y aventurero que Mythical Journeys depositó en este viaje.

Por la mañana, temprano, os pondréis de nuevo en marcha y emprenderéis el descenso. Seguro que observareis escurridizos cocodrilos que huyen a vuestro paso, pero no hay que preocuparse, ni tener miedo.


Mientras veis sorprendentes muestras de la fauna local, los guías, de sobra conocedores de la flora y la fauna, cultivaran aun más, si cabe, el misticismo con sus relatos de leyendas antiguas y sus cantos tradicionales. Cruzareis los montes y gargantas de Bemaraha y alcanzareis una cascada donde podréis bañaros.
Durante el día, con una navegación tranquila, tendréis la oportunidad de hacer paradas en pequeños poblados indígenas y en las aldeas de las orillas, donde vuestra presencia adquirirá curiosidad para los lugareños.

Sin duda, los amantes de la fotografía encuentran en esta ruta un auténtico paraíso. Para los demás, es buena idea llevarse un libro y disfrutar de la paz de sus aguas, mientras se escuchan, de lejos, los animales más desconocidos.
Mapa del Oeste de Madagascar




Tres días después de partir se llega a Antsiraraka, un pueblo más grande, donde se recibe el viajero con buena comida y duchas sencillas pero agradables. Allí, descansando en una cabaña de madera, es un buen momento para descansar en el colchón relleno de experiencias vividas, encontrarte a ti mismo e invocar a tu espíritu que aun sigue inmerso en una de las rutas más bonitas de Madagascar.


Los mapas, las fotos y algunos datos de interés han sido extraídos de:


Andrew, David; Blond, Becca; Anderson, Aaron y Parkinson, Tom: "Madagascar y las Comoras". Lonely Planet/Planeta, Barcelona, 2008


Entrada realizada por José Ángel Esquinas


La isla desierta, supervivencia lejos de la civilización 



Seguro que habréis oído hablar – y muchos leído – La isla del Tesoro. En la famosa novela de Stevenson, su protagonista consigue adaptarse al medio y sobrevivir en una isla desierta gracias a su ingenio. 
Desde luego, se nos presenta como un tipo de “viaje” accidental, que no hemos buscado, ya que por avatares del destino nos asalta un terreno desconocido, alejado por completo de la civilización, del cual somos prisioneros. 


Por ello, no nos queda otro remedio que sobreponernos a la situación y buscar una salida a ese entorno que, en postales puede parecer idílico, pero que sin las técnicas de supervivencia adecuadas dista poco del mismo infierno. 
Evidentemente, aunque Stevenson fue un gran novelista, resulta muy difícil escribir una historia “de cero”, es decir, sin conocer la existencia de precedentes relacionados. Y es que, con posterioridad al descubrimiento de América, el comercio entre las metrópolis europeas y las colonias comenzó a expandirse a un ritmo vertiginoso, pero en muchos de esos viajes la suerte no estaba del lado de las expediciones, y muchos buques naufragaron, arrastrando a pequeñas islas a los supervivientes. 



Ese es uno de los muchos ejemplos, pero también la ficción ha aportado otros, como por ejemplo, el de la película Naufrago, interpretada por Tom Hanks, quien da vida a Chuck Noland, que sufre un angustioso accidente de avión y cae en medio de una gran tormenta al Pacífico, llegando a parar a una isla desierta a cuesta de una maltrecha balsa de plástico. 
La dureza de una situación así no solo se limita al castigo divino al cual hemos sido enviados por un ser superior, ya que también implica el verse privado de todo aquello que teníamos y disfrutábamos antes y que, posiblemente, no valoráramos lo suficiente: familia, amigos, un trabajo, etc. 


Pero, ¿Por qué hay tantas islas desiertas? Las islas desiertas normalmente lo están por dos motivos: el principal es por la falta de agua potable, mientras que el segundo, por su tamaño. Pero eso no quiere decir que no haya ninguna forma posible de conseguir agua. En muchas de ellas – sobre todo en latitudes tropicales – encontramos cocoteros, conocido en Indonesia como el “árbol de la vida”, ya que tiene múltiples usos, pudiendo usar sus hojas para resguardarte en un refugio, su madera para fabricar utensilios y por supuesto, sus cocos, que tienen una gran cantidad de agua y su carne aporta mucho potasio. Además, si machacamos la carne de coco y nos la untamos en la cara, sirve como un rudimentario protector solar. Tiene muchas mas funciones, tantas como días tiene el año.


Durante el tsunami que devastó el sudeste asiático en diciembre de 2004, un superviviente fue rescatado en una isla desierta después de 25 días comiendo solo cocos. Eso demuestra que son “salvadores”. 

Dos marineros sobrevivieron también después del naufragio de su barco. Pasaron la noche a la deriva agarrados a una madera y llegaron a la orilla de una isla desierta en la que no había agua dulce. Sobrevivieron a base de cocos y de marisco hasta que, siete días después, un avión vio una bandera que habían hecho a mano y fueron rescatados. 


Pero antes de instalar vuestro campamento en la isla y, aunque pueda parecer paradójico, nunca debéis colocarlo debajo del “árbol de la vida”. Como media, los cocos pesan un kilo y al caer al suelo pueden golpearos con la fuerza de una tonelada métrica y mataros. 
A pesar de que la situación no es ni mucho menos alentadora, siempre hay buenas noticias: allá donde vayáis, por recóndito que sea el lugar, siempre llegarán – con un poco de suerte – “restos” de la civilización, ya sean botellas de plástico, redes de barcos o cualquier otro utensilio al que podáis dar una segunda vida útil. 


El náufrago por naturaleza siempre alberga la esperanza de poder ser rescatado. Por ello, para asegurarte que un equipo de rescate te vea hay que hacer señales de humo, para ello, necesitaremos amontonar gran cantidad de hojas secas en un punto estratégico de la isla y si divisamos en el horizonte algún barco lo prendemos e intentaremos llamar su atención. 


Consejos como estos son habituales en los documentales de Bear Grylls, un aventurero británico famoso por el programa El último superviviente. 
Pero, ¿Qué ocurre si la ayuda nunca llega? En ese caso, las posibilidades de supervivencia se reducen, ya que el cuerpo humano no es capaz de permanecer dos días sin beber, ni tampoco 15 sin comer. Y en climas tan húmedos como los que estamos relatando, el cuerpo necesita todavía estar más hidratado y beber constantemente. En ese caso, tendremos dos opciones: permanecer en la isla o arriesgar la vida por volver a la civilización y construir una balsa y adentrarnos océano adentro y esperar a ser rescatado por un barco o llegar a la civilización, lo que se antoja casi épico. Es difícil, pero no imposible y la historia cuenta con muchos ejemplos de superación similares. 


Sin duda, este “viaje accidental” puede parecer esperpéntico o solo para locos. Pero incluso, cadenas de televisión de todos los países del mundo han simulado en reality-shows la experiencia de que sus concursantes tengan que enfrentarse a las condiciones climatológicas, el sol implacable, el hambre o la voracidad de los mosquitos, amén de cualquier tipo de roces que puedan surgir entre los concursantes y hagan la convivencia aun si cabe mas difícil. En España, hemos conocido este formato de telerrealidad con Supervivientes. No obstante, es un concurso que pretende asemejarse a esa cruda experiencia, sufriendo muchos de los concursantes profundos problemas físicos, lo que demuestra que no cualquiera está preparado para ponerse en la piel de un Robinson Crusoe. 


En los años 70, muchas celebridades de Hollywood se embarcaron en este tipo de aventuras, huyendo de los flashes de la prensa rosa y compraron sus islas en pequeños enclaves del Caribe o el Océano Indico. 



Otros países, en vías de desarrollo, vieron la oportunidad de desarrollar su economía potenciando este tipo de turismo, ofertando paquetes de excursiones a pequeños cayos donde el viajero, partiendo de una cabaña, puede hacer submarinismo, explorar el entorno, descubrir el fuego que Prometeo “robó” a los dioses, así como pescar en la costa y disfrutar – si los hubiese – de los frutos que pudiera proveer alguna planta o árbol y realizar caminatas por senderos.


Desde Mythical Journeys 2011, proponemos este tipo de eco-turismo de aventura salvaje y sin parangón, donde el viajero aprenda a sobrevivir, con unas instrucciones previas, en este tipo de entornos tan hostiles. Por ello recomendamos Little Cay (Honduras). Se trata de una pequeña isla privada, que cuenta con una austera choza. Cuenta con playas arenosas para caminar a tus anchas en compañía de las aves y caracoles del lugar. También hay un filón coralino antiguo donde puedes realizar buceo. El precio por noche es más que módico: cuesta 100 dólares por noche.



Entrada realizada por Ignacio Heras